martes, febrero 05, 2008

cuando los años dejan de tener meses y los meses dejar de tener dias.

Hace 31 años nací, y la verdad es que en todos esos meses, 378 para ser más exactos, han pasado muchas, o más bien muchísimas cosas.

Todos hemos pasado por esos primeros cinco años, aunque la mayoría apenas recordamos nada más allá que los que nuestros padres nos han contado, o lo que hemos visto en las fotos. Pero luego empezamos a ser mayores. Empezamos a tener amigos que nos acordamos, empezamos a tener vacaciones, a ir a campamentos, a hacer actividades extraescolares, a crecer y crecer.

Y que despacio pasaban los años, los meses y los días. Porque en clase era una eternidad el tiempo que pasaba hasta que el profe decía que podíamos salir al recreo, luego empezaban a pasar las semanas, y los meses y por fin llegaban las vacaciones… santas vacaciones. Tanto tiempo operándolas, lo despacio que llegaban, pero lo deprisa que se iban.

Empezábamos a tener consciencia de algo que buscábamos, y que ahora huimos porque nos persigue de cerca: el tiempo. Os acordáis de ese primer reloj que os regalaron? Siempre mirándolo, para ver como pasaba el tiempo, y hoy casi esclavos de él.

El caso es que de chicos se pasaban los años como si na. Las semanas las marcaban papa y mama y cuando ellos decían era vacaciones. Luego empezamos a conocerlo, y cada vez más cada vez y más hasta que se hizo intimo amigo nuestro. El caso es que nunca pensábamos que esto cambiaría.

Pero un día te haces mayor y el tiempo vuelve a volar, a desaparecer, a pasar volando a nuestro lado. Y es que hemos sido padres. Y ahora lo días dejan de de ser días. Las horas dejan de tener 60 minutos. Son simplemente el tiempo que pasamos entre una toma y otra, entre un pañal y el siguiente biberón, entre un sueño y el siguiente llanto. Mirando el calendario han pasado ufff año y medio, o más bien 18 meses desde que nos transformamos en papa y mama. 18 meses en los que he vuelto a perder el sentido de los días, de las semanas, de los meses y casi casi de los años.

Ya no mido el tiempo por meses, sino cuando dio me dió su primera sonrisa, cuando empezó a gatear, cuando vio el mar por primera vez, cuando empezó a andar, cuando dijo papa, cuando dijo mama, cuando se metió en la ducha, cuando… mi calendario se llama “carlos” y es el que marca los días, las semanas, los momentos de descansar y de jugar, los días de reír o de llorar. Entró el último pero se ha llevado lo que tanto nos angustiaba y agobiaba, el tiempo.

Gracias pequeñin, por quitarnos este gran peso de encima.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ufff!!!!!
mi vida, me haces llorar de emoción.
Te quiero!!!!
TU ÑIÑA