martes, noviembre 20, 2007

de la cursilada a la necesidad

Y es que la vida da muchas vueltas. Cuando somos niños, partimos de la inocencia pura. Todo es simple y sencillo y queremos un montón a nuestros padres. Además!! Porque no íbamos a quererlos? Son fantásticos, maravillosos, nos quieren un montón y siempre nos regalan cosas. Como me aprendí de chiquitito, 1 + 1 = 2, es simple y sencillo.

 

Pero por suerte o desgracia las cosas no son tan sencillas. Un día empezamos a crecer, y de alguna forma nuestra mente empieza a madurar, aprender nuevas cosas, y como no a torcerse. Para bien o para mal, es ley de vida o de algo mas gordo, ley de la humanidad. Si hoy somos los que somos y hemos conseguido vivir como vivimos es gracias a esta evolución, aprendizaje y conocimientos que hemos adquirido, así que quien no le guste como estamos, lo que hacemos y como nos comportamos, que piense que “esto es el futuro del ayer”.

 

El caso es que a medida que vamos creciendo, la mente cambia, mucho no, muchísimo. Lo que antes era bueno, ahora pasa a no gustarme, lo que antes queríamos, ahora nos agobia, lo que era maravilloso y fantástico, es la gran pesadilla que nos vigila constantemente. Intentar buscar una explicación lógica o un palabra que lo defina, seria, o es para mi, demasiado complicado y no creo que consiguiéramos dar en el blanco, en definitiva: CRECEMOS, y he aquí la excusa para todos esos cambios.

 

Luego un día, despertamos de ese gran letargo que es la vida hasta la madurez, algunos llegan tarde, otros demasiado pronto, otros no quieren llegar nunca, y los menos piensan que nunca llegaran, el caso es que las cosas ya no son lo que era, son mas complicadas; lo del día a día no es tan bonito como antaño, es mas complicado; la familia, los amigos, no son tan maravillosos, son mas complicados que un tetris; el caso es que abrimos los ojos ante la vida, esa imagen tan idealizada que hemos tenido siempre de la independencia, madurez y libertad, pero que nos golpea duramente en la cara con su realismos y crudeza. Si tuviera que resumirlo: CRECEMOS.

 

El caso es que en este camino de continuo crecer, si miramos adelante y atrás, al principio y al final, cobra vida esa frase tan típica de “Cuando seas padre lo entenderás” o “de mayor me darás la razón”. Y en este cambiar de ideas, contradecirnos con lo que opinábamos, cambiar de opción como una veleta en tormenta, y nuestra moral se ve removida por esos valores fundamentales de los que hacíamos gala unos años y que nos escandalizan otros.

 

En este ir y venir de ideas, me gustaría pensar en un frase, corta pero muy intensa, mas bien una palabra, o mejor dicho un verbo. Al inicio de este Crecer, la amábamos, la usábamos, la decíamos con toda la carga humana y emotiva posible. Nos gustaba decirla y oírla. Sin saberlo la usábamos alegremente, éramos una mente empezando una largo camino que apenas pensaba o podía valorar lo que decía en su justa medida.  Que lindo decir : “TE QUIERO”

 

Luego, años mas tarde, pues… crecimos. Y cayo en desuso, mas bien un desuso forzado, nos parecía cursi utilizarla.”¿Para qué? Si total ya lo saben todos que les quiero.” Pero no se porque se empeñaban en decirla o que yo la usara. El caso es que era la cosa mas hortera del mundo decir  Te, E, cu, u, i, e, ere, o. ( por lo menos así lo digo sin decirlo )

 

Luego… seguimos creciendo… y buscamos ansiadamente a alguien a quien decirlo… y este lo buscamos, lo deseamos, teníamos que tener a alguien a quien decirlo. Seguía siendo tan curso y hortera como hace unos años, pero total como solo lo decíamos en privado. “Nadie se va a enterar que me gusta decirlo”. Aunque para mis adentros, un poco horterilla era aquello.

 

Y luego… seguimos creciendo, y pasamos por etapas que no era mucho o que lo era todo, o siempre lo decíamos, o tardábamos en soltarlo, perdía en si su valor trascendental para ser algo lleno de amor y amistad. T-E     Q-U-I-E-R-O

 

y luego ( adivináis? ) … seguimos creciendo, y misteriosamente, se convirtió en algo que JAMAS creería que sentiría mi corazón, un pensamiento que nunca hubiese ligado a estas palabras, la NECESIDAD de decirlo. Algo tan nuevo que me asusto al principio, me ilusionó después y me lleno de felicidad finalmente, y todo ello, en una décima de segundo, entre lo que tarde en pensar la frase y empezar a decirla. Difícil  pasar un día sin repetirlo, sin pensarlo, sin poder contarlo, sin que alguien lo escuche. Difícil que no quieran oírlo: “TE QUIERO

 

Curioso. Algo tan inocente, que se vuelve tan cursi, que evitamos, terminamos buscando, y finalmente necesitándolo. Por hoy y por mucho dias mas: “Te quiero amor mío”

 

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

(He sido testigo de algo tan íntimo q debería ser publicado en todas las revistas del corazón..shhhhhh).
Con amor.