sábado, noviembre 08, 2008

ya no tengo historias que contar, pero si una familia de la que disfrutar

Hace poco mas o menos un año, por estas mismas fechas era como el protagonista de la película “la terminal”, os acordáis? Aquel que vivía en un aeropuerto.

Y no porque me quedara a dormir alli, sino porque me pasaba toda la semana volando de aquí para allá y vuelta. Era emocionante, interesante, divertido, aventurero, vividor, novedoso, afortunado, envidiado, o por lo menos eso me decian mis amigos y conocidos. El caso es que mi vida corría al son de un avión, de un taxi, de un horario, de una tarjeta de embarque y de escuchar hasta la saciedad las instrucción de cómo poner y quitar un cinturón de seguridad y de ponerse un chaleco salvavidas.

Para los ojos de la gente, mi vida era emocionante, siempre tenia una historia que contar, una anécdota que narrar, y siempre ocurría algo. Un anciano despistado y sonámbulo que se cuela en tu habitación en plena noche, otra persona que recoges en una autopista porque se ha quedado tirado, o simplemente el que te cuenta su vida en el avión, el caso es llenar tu vida de historias.

Os cuento un secreto? No es tan maravillosa, ni tan real como la gente piensa. No conoces las ciudades, ni puedes disfrutar de la gente. Solo vas de un sitio para otro pensando en la siguiente parada, el siguiente taxi, el siguiente hotel, la siguiente cama donde duermes. De verdad, “No es nada enviable”

Hoy casi una año después, solo puede decir una cosa. “ya no tengo historias, o no tan variadas como antes, ahora solo tengo una: mi familia”. Y es que solo puedes pensar en ellos, en los peques, en los grandes, en las travesuras, en las sonrisas, en los llantos, en sus risas, en sus caricias, en sus lamentos, en sus abrazos, en sus historias.

Ya no soy tan interesante, tan variado, tan ameno, o quizas si? El caso es que cambiamos, y hoy puede decir que soy el protagonista de una gran historia, la de mis hijos y mi mujer, y lo mejor de todo es que puedo formar parte de esa historia, de colaborar, de enriquecerla, en definitiva de VIVIRLA.

Gracias por dejarme ser “Una Historia viva”